miércoles, 20 de julio de 2011

CLAVES DE LECTURA - CONSTITUCIONES

CLAVES DE LECTURA DE LAS CONSTITUCIONES DE LAS CARMELITAS DESCALZAS



Las Constituciones de las Carmelitas Descalzas, aprobadas en 1991, están sujetas a diversas interpretaciones así como a ser leídas desde ángulos diferentes. Estas son las claves de lectura. Podríamos compararlas a ventanas abiertas al mismo panorama, que permiten contemplarlo a partir de perspectivas parciales y complementarias. Son miradores que introducen a una realidad. Todos son útiles y complementarios. Siempre habrá uno privilegiado por la visión que ofrece, aunque tendrá que considerar detalles que se le escapan y que otros permiten ver más claramente.

Las claves de lectura no se dan en estado puro. Ordinariamente se encuentran mezcladas, si bien una suele predominar en las personas y caracterizar su acercamiento a un hecho histórico.

Creo que las principales claves de lectura de las Constituciones, que nos pueden ayudar a comprenderlas son: la jurídica, la histórica, la teo1ógica, la eclesial, la apostó1ico‑misionera, la de futuro, la teologal existencial. Entre ellas, considero que esta última es la más englobante y la que, por tanto, puede guiar mejor la reflexión  para hacerlas vida.

l. La clave jurídica

Esta clave de lectura se basa en la idea de lo que son unas Constituciones en la vida religiosa. Las Constituciones son el Código fundamental de un Instituto religioso. En él se incluyen12.a) Principi evangelici e teologici della vita religiosa e dell'unione di questa con la Chiesa ed espressioni adatte e sicure grazie alle quali u si interpretino e si osservino lo spirito e le finalità proprie dei Fondatori, come pure le sane tradizioni: tutto ciò costituisce il patrimonio di ciascun Istituto» (Decr. Perfectae caritatis , n. 2 b); los principios y la teología evangélica de la vida religiosa y de su unión con la Iglesia y  las expresiones adecuadas y seguras para interpretar y cumplir  el espíritu y los objetivos de sus fundadores, así como las sanas tradiciones, y todo lo que constituye el patrimonio de cada instituto "(Decreto Perfectae caritatis, n. 2 b).
También se tienen b) le norme giuridiche necessarie per definire chiaramente il carattere, i fini ei mezzi dell'Istituto. las normas legales necesarias para definir claramente la naturaleza, propósito y los medios de la institución. Queste norme non devono essere eccessivamente moltiplicate, ma devono sempre essere espresse in modo adeguato. 21. La clave jurídica de la lectura de las Constituciones se centra especialmente en la organización de la vida en todos sus aspectos; en las condiciones para la admisión y formación de las candidatas; en las estructuras de gobierno; en las normas canónicas que hay que observar fielmente; en lo que está permitido o no está permitido; en la observancia de todas las prescripciones. Esta clave es necesaria pero tiene el peligro de absolutizarse al grado de caer en un puro y simple legalismo que mata el espíritu de la ley. Para la clave jurídica existe un comentario muy detallado del P. Rafael Zubieta.

2. La clave histórica

La ventana histórica de acercamiento a las Constituciones  es la que privilegia todo el itinerario de renovación por el que tuvo que atravesar la redacción de las mismas.  Un capítulo doloroso de la historia del Carmelo teresiano femenino en el siglo XX  ha sido, sin duda, el de la división de las Carmelitas Descalzas. Una serie de causas, intereses y mediaciones humanas llevaron a una ruptura que se concretizó en un doble texto constitucional.   La renovación legislativa de las Carmelitas Descalzas, pedida por el Vaticano II, tropezó con la gran dificultad de la excesiva autonomía de los monasterios que impedía el tener estructuras comunes que facilitaran el proceso. Al no tenerlas como los Institutos apostólica (provincias, generalato, capítulos provinciales, capítulos generales) la responsabilidad de organizar y dirigir el proceso renovador tuvo que ser asumida por el Superior General de la rama masculina de la Orden. Esto explica el porqué de la intervención de los frailes carmelitas en el desarrollo y coordinación de las etapas que llevarían a la redacción de un texto constitucional renovado, a partir de las indicaciones de la Sede Apostólica.

Para el Superior General de los frailes carmelitas se trataba de una misión difícil y delicada. En ese momento existían 780 monasterios de Carmelitas Descalzas extendidos en todo el mundo. Sus Constituciones, escritas originariamente para los carmelos españoles, se habían mantenido prácticamente sin cambios sustanciales, por lo que respecta a la Congregación italiana, mientras que en la española se había introducido cambios en 1626 y en 1786. En 1966, se envió un cuestionario a todos los monasterios para invitarlos a presentar sugerencias y propuestas para la revisión de su legislación. En 1967 y 1968, el capítulo general de los frailes discutió el tema detenidamente. Pronto se pudo constatar que el capítulo no podía realizar por sí mismo un trabajo de ese género y decidió encomendarlo al Superior General. Éste, en 1972, ofreció a las monjas un proyecto llamado Ley Fundamental para que lo examinasen atentamente y enviasen sus propuestas en orden a la redacción definitiva de su legislación. La reacción de las monjas a esta consulta fue variada, pero prevalentemente negativa.

Por este motivo, en vez de continuar las consultas, se creyó oportuno promover encuentros de representantes de los diversos monasterios. A la luz de estos encuentros, en 1974, se preguntó a todos los monasterios si estarían dispuestos a aceptar como esquema de legislación: la Regla primitiva, las Constituciones primitivas de Santa Teresa y las  Declaraciones para adaptar las  Constituciones primitivas al Vaticano II. La inmensa mayoría de los monasterios aceptó esa fórmula. Sólo una pequeña minoría rechazó el esquema y respondió que deseaba conservar las Constituciones de Alcalá en lugar de las Constituciones primitivas.

Con la aprobación de la Congregación para los Institutos religiosos, en 1977, se promulgó la nueva legislación “ad experimentum” por cinco años, para todos los monasterios para que, a la luz de la experiencia, se pudieran madurar las propuestas y observaciones que servirían para la redacción del texto definitivo. Ya antes de que fuese promulgado el texto de las Declaraciones por la Sede Apostólica, algunos monasterios comenzaron a oponerse a la legislación anunciada e hicieron llegar a la Congregación para los Institutos religiosos numerosas cartas conteniendo observaciones y dudas sobre la fidelidad al espíritu de Santa Teresa en las Declaraciones. Al término de los cinco años de experiencia, el 86% de los monasterios se pronunció favorablemente a éstas, pero un grupo disidente, llamado “Carmelos Unidos”, contando con el  apoyo de grupos conservadores en la Iglesia, logró bloquear la aprobación del nuevo texto y obligó a que se reiniciara un nuevo proceso redaccional de las Constituciones. Había triunfado la resistencia al cambio pedido por el Concilio. En una famosa carta de la Secretaría de Estado, firmada por el Card. Casaroli, se llamaba fieles a la minoría anticonciliar y se cuestionaba la fidelidad  al carisma de la mayoría (86%) de los monasterios que se habían esforzado por aceptar la necesaria renovación conciliar.

La redacción del nuevo texto constitucional fue realizada por una comisión nombrada por la Curia romana y, cuando después de más de cinco años, el texto estaba a punto de ser aprobado por el Papa, a petición de la Congregación para los Institutos religiosos, que lo había encontrado fiel al carisma y a la renovación conciliar, sucedió lo inesperado: se aprobó el texto de Constituciones preparado por el grupo opuesto al Vaticano II y se informó que la aprobación del texto renovado quedaba en suspenso. Este texto constitucional  fue aprobado diez meses más tarde que el anterior y después de seis meses de discusiones con las autoridades eclesiásticas, inexplicablemente condicionadas todavía por el grupo que había ya recibido la aprobación de su texto constitucional. Todos los números  fueron analizados y discutidos en sus más mínimos detalles, a pesar de que ya haban sido aprobados anteriormente por la  Congregación para los Institutos religiosos.

3. La clave teológica

Una lectura de las Constituciones  en clave de teología de la vida consagrada busca las novedades que se dieron en ellas desde el punto de vista de la reflexión doctrinal. En este punto hay que confesar que hubo pocos avances en relación a lo expuesto en el Vaticano II.  La clave de lectura teológica lleva a descubrir la reafirmación de elementos de la reflexión conciliar sobre la vida consagrada: votos, vida fraterna en común, misión, sentido eclesial, dimensión carismática y escatológica. Algún avance se dio en la consideración del aspecto antropológico de la naturaleza de la vida consagrada. Se puntualizó también la importancia que tiene el colocar la identidad de la vida consagrada en relación con las otras vocaciones presentes en la Iglesia, subrayando aquellos aspectos típicos que no pueden faltar: el seguimiento de Jesús, la consagración, la profesión de los consejos evangélicos por medio

de los votos, el carisma ‑ que, según muchos podría ser la perspectiva capaz de aclarar mejor las cosas ‑, el testimonio de comunión. Desde el punto de vista doctrinal carmelitano, las nuevas Constituciones tienen una gran riqueza por el recurso continuo a la experiencia y doctrina de nuestros Santos Padres y de otros santos y santas del Carmelo.

4. La clave eclesial

            La clave eclesial hace ver la importancia de vivir en comunión con la Iglesia particular y de poner a su servicio el carisma contemplativo promoviendo la comunión en la misión como pedía N.M. Sta. Teresa.  Se pide apertura al diálogo  para superar los problemas y tensiones de una vocación poco comprendida en la misma Iglesia.  Es la perspectiva eclesial la que descubre el papel de la mujer consagrada en el Carmelo contemplativo dentro del Pueblo de Dios; la importancia de la visión femenina en la teología y en la pastoral, la necesidad de una promoción de la mujer en la Iglesia dándole mayores responsabilidades y abriendo espacios para ella dentro de sus estructuras a partir del testimonio de una vida que subraya el absoluto de Dios.

5. La clave apostólica misionera

Si consideramos que la misión no es una mera actividad de la vida consagrada sino que es parte integrante de su ser, como lo es del de la Iglesia, se podrá comprender la importancia de la clave apostólico misionera en la lectura de las Constituciones. La Santa Madre dio una dimensión apostólica a la oración. En esta perspectiva central de la misión aparece el testimonio de vida como un elemento fundamental de la misión de la carmelita. El testimonio es ya, en sí mismo, un modo de evangelizar y puede ser considerado como condición previa para el anuncio de la Buena Noticia.

6. La clave de futuro

La clave de futuro en la lectura de las Constituciones no es otra que la que se acerca a ellas desde la fidelidad creativa al carisma para renovarlo y encarnarlo en el mundo actual. Quien impulsa a ella es el Espíritu Santo que orienta a buscar nuevos caminos.

Se requiere para lograr esa fidelidad creativa y madura una vuelta a los orígenes y, al mismo tiempo, una apertura a los signos de los tiempos con un discernimiento orante.  Como preparación para enfrentar el futuro y abrirse a sus exigencias está la necesidad de la formación desde la perspectiva humana, teológica, y espiritual. Hay que partir siempre de una experiencia de Dios en la realidad y de una escucha vital y comprometida de su Palabra a través del ejercicio del discernimiento orante comunitario.

Los signos de los tiempos y de los lugares  en el siglo XX presentaron una serie de desafíos que las monjas Carmelitas Descalzas tuvieron que enfrentar para vivir en fidelidad creativa al carisma teresiano y a las orientaciones de la Iglesia. Eso implicó cambio y evolución en sus estructuras internas y en la dimensión apostólica de su vida de oración.

            Un primer desafío que se tuvo que enfrentar después del Concilio fue el problema de la excesiva autonomía de los monasterios. En efecto, en el mundo actual es imposible enfrentar y resolver los problemas sin una más amplia colaboración y comunión en todos los niveles de la sociedad y de la Iglesia. Los monasterios teresianos experimentaron  con mayor intensidad las limitaciones de vivir aislados y encerrados en su pequeño mundo y comenzaron a dar algunos pasos para abrirse a la colaboración entre ellos.

            Otro reto que las Carmelitas Descalzas comenzaron a experimentar fue el de una fidelidad adulta y madura a la clausura. Esta es un medio fundamental para conservar la fidelidad a su carisma contemplativa y su identidad vocacional. La finalidad de la clausura es la de crear un espacio de silencio, soledad, vida fraterna, libertad, pero hay que distinguir en ella  lo que es esencial en la clausura de los signos externos, fruto de una época, una cultura y una situación de la mujer en la sociedad y en la Iglesia. En el siglo pasado se hicieron esfuerzos para vivir la clausura con coherencia y con responsabilidad de mujeres maduras e identificadas con su carisma contemplativo de modo que fuera significativo en un mundo  sediento de contemplación. Al mismo tiempo y de acuerdo con las orientaciones de la Iglesia, la clausura  no debe impedir los medios para una necesaria formación y para una participación litúrgica clara y comprensible.

            La reestructuración de monasterios es otro de los desafíos que comenzaron a enfrentar  las monjas carmelitas en algunas regiones del mundo.  La expansión del Carmelo femenino contemplativo en algunos países se realizó en momentos de abundancia de vocaciones a la vida religiosa. La crisis vocacional que comenzó a afectar a esos países en el postconcilio presentó un grande desafío para el futuro de la presencia carismática significativa de las Carmelitas Descalzas.  Se comenzó a constatar que existían demasiados monasterios para las posibilidades vocacionales  reales de algunas regiones. El aumento de la media de edad, las enfermedades, la disminución del número en las comunidades plantean un grave problema: el de una autonomía jurídica que se transforma en obstáculo para una autonomía vital. Monasterios que cuentan con un número reducido de miembros, en su mayoría de edad avanzada o desgastados por la enfermedad, comenzaron a plantearse el problema de su futuro a la luz de lo que Vita consecrata dice a propósito de los "Institutos que corren incluso el riesgo de desaparecer"[1].

Un discernimiento orante a nivel de cada monasterio y en el ámbito de cada Asociación - Federación pudo  ayudar a encontrar un camino para una reestructuración de la presencia de las carmelitas descalzas en cada territorio. Eso suponía vivir el desapego evangélico, fruto de la auténtica contemplación. La "importación" de hermanas de otras naciones y culturas no puede resolver el problema de fondo. Tampoco el importar "vocaciones" de otros países sin el conocimiento de su cultura, de su lengua y sin contar con elementos suficientes para un discernimiento vocacional. La reestructuración de los monasterios continúa siendo, sin duda, uno de los mayores desafíos que deben enfrentar las Asociaciones - Federaciones, limitadas por la excesiva autonomía de cada monasterio.

            Otros dos retos importantes  se presentaron  para las Carmelitas Descalzas en el siglo que acaba de terminar: el de la unidad en la pluriformidad y el de una mayor relación entre las diversas Asociaciones o Federaciones.

No se puede pretender, como en el pasado, una unidad en la uniformidad. Poco a poco las monjas carmelitas en el siglo XX  fueron aceptando la unidad en la pluriformidad, hecha no de posiciones fundamentalmente opuestas, sino de fidelidad a lo esencial del carisma y que se enriquece con la diversidad de todo lo secundario y cultural.

Si es verdad que la creación de Asociaciones y Federaciones fue un paso adelante en la línea de renovación querida por la Iglesia desde el pontificado de Pío XII, se fue descubriendo la necesidad de comunicación y colaboración entre ellas para resolver problemas comunes, fortalecer los vínculos de familia entre los diversos monasterios y tener una voz como mujeres consagradas y carmelitas contemplativas en la Iglesia. De este modo, la vivencia de su identidad vocacional las puede llevar a  ser testigos de Dios y de sus caminos en la historia y en la vida humana y a testimoniar la perenne novedad del encuentro de Dios con la humanidad y la riqueza evangélica de una oración diálogo de amistad con Dios, el único absoluto.

7. La clave teologal existencial

Esta clave parte del hecho de que la vida consagrada debe expresar la santidad de la Iglesia en un desarrollo de la fe, la esperanza y la caridad vividas desde el propio carisma. Hay que vivir una espiritualidad vital y encarnada, que se nutra de la lectura y meditación de la Palabra de Dios y de la Eucaristía. Hay que hacer hincapié en la espiritualidad de los votos y de la vida comunitaria como expresiones de fe, esperanza y amor; vivir la identificación con Jesucristo en un estilo alternativo de vida, que supone romper con las seguridades del poder, del saber y del tener y superar la tentación del aburguesamiento.

Hay que vivir en una actitud permanente de éxodo y conversión para abrirse a los signos de los tiempos y de los lugares y a los desafíos que presentan, con una espiritualidad encarnada y sin dicotomías ni reduccionismos. Buscando unir lo natural y lo sobrenatural, lo temporal y lo eterno, lo individual y lo social, la inmanencia y la trascendencia. Esto hay que hacerlo con una grande libertad evangélica (“parresía”), que comunica el Espíritu, para anunciar las exigencias del Reino y denunciar lo que se opone a él, en un compromiso con la justicia y la paz, asumido desde la oración. En ese camino  María es  modelo de seguimiento de Jesús en la escucha de la Palabra y la cercanía a las necesidades de los demás. Esta clave de lectura es, sobre todo, una clave de esperanza activa en los esfuerzos de renovación de la vida consagrada.

Conclusión

Las claves de lectura que hemos presentado son, cada una y todas juntas, ventanas a las Constituciones y puertas de entrada para su asimilación y vivencia prácticas. Lo importante es estar abiertos y disponibles a la acción del Espíritu. Él, como en la Iglesia primitiva, produce, como primer fruto, la comunión entre los creyentes. Una comunión imperfecta, que se vive en las tensiones. Junto con esta comunión está la libertad. El Espíritu crea, a través del amor, un marco de libertad en el que se desarrolla la vida cristiana. La libertad conduce a la construcción de la comunión y de la participación. Saber conjugar esas dos dimensiones del Espíritu: comunión y libertad, es el gran desafío para todo cristiano y, por tanto, para las carmelitas en el mundo de hoy.


Camilo Maccise


[1].  Cf. VC 63.

No hay comentarios:

Publicar un comentario