domingo, 2 de octubre de 2011

IGLESIA


IR A LO ESENCIAL: Benedicto XVI en Alemania

(22-25 septiembre 2011)

¿Un viaje difícil?
Ya es un tópico decir que los viajes del Papa, de este Papa, son difíciles.  Y hasta parece que hay quien se complace en subrayarlo. A Alemania es difícil porque es  un viaje a la vez pastoral y de Estado, pues tiene que intervenir ante un Bundestag donde izquierda y verdes están en contra. Difícil porque se anuncia una ‘magna’ (¿?) manifestación en contra. Difícil por los lugares visitados, Berlín  y lugares donde hace unos años reinaba el comunismo; visita a Erfurt donde está en convento donde Lutero se hizo religioso. Difícil porque las religiones cristianas mayoritarias, tanto católica como protestante, están bajas de práctica y de fe. Difícil porque ciertos intelectuales católicos piden cambios estructurales… lo de siempre, sacerdocio femenino, sacerdotes casados, democratización, etc. Difícil porque todavía están en el ambiente los casos de abusos a menores. Difícil tal vez porque, según el dicho, “nadie es profeta en su tierra”. Pero es muy posible que esto último juegue a favor. En el fondo, lo digan o no, los alemanes están orgullosos de que un compatriota suyo sea la cabeza visible de la religión católica. Algo que les resarce de algún modo del vergonzoso pasado nazi…

 Sorpresas
Como siempre también, Benedicto XVI ha afrontado el viaje pastoral con sencillez, fiado en el Señor y preparando todo desde la fe… y haciendo un llamamiento a la razón.
Cuando le informan que va a haber una manifestación en contra, sorprende diciendo que estamos en un país democrático y comprende que puede haber gente en contra y quiera mostrarlo. La famosa manifestación pasó casi desapercibida; según los organizadores hubo 15.000 personas y según la policía apenas 5000. Cifras que pasan a la prensa española: un periódico tuvo la honradez de poner las dos cifras, pero otro sólo publicó la primera…
En su discurso ante el Bundestag, del que se ausentaron en protesta algunos parlamentarios de izquierda y verdes, cuál no fue la sorpresa de todos cuando dedicó un buen párrafo a lo ecológico, a la defensa de la naturaleza, incluida la persona humana, claro está. Y añadió, con cierta picardía, que con eso no estaba haciendo propaganda para ningún partido… Al final aplaudió, en pie, hasta la izquierda.

Ante todo reavivar la fe
Su primera preocupación ha sido estimular a una comunidad católica que da la impresión de estar instalada y adormecida.
“La Iglesia no es una organización más en una sociedad democrática, sino el mismo Cuerpo de Cristo y pertenecer a ese Cuerpo constituye una decisión seria que cada uno debe tomar”
“El daño no lo provocan sus adversarios, sino los cristianos mediocres” 
“Los santos, aunque sean pocos cambian el mundo”
Este llamamiento lo ha ido repitiendo en todas las eucaristías que ha presidido y sobre todo ante el Comité Central de los Católicos Alemanes, en Friburgo el 24 de septiembre. Allí empezó citando un dicho de la beata Teresa de Calcuta. Cuando alguien le preguntó qué tiene que cambiar en la Iglesia, ella contestó: “Usted y yo”. Respondiendo a quienes dicen que la Iglesia se renovará cambiando ciertas estructuras, respondió muy claramente cuál es la misión de la Iglesia:
“Encuentra su sentido exclusivamente en el compromiso de ser instrumento de redención, de impregnar el mundo con la palabra de Dios y de transformarlo al introducirlo en la unión de amor con Dios… (…) Sin embargo también hay una tendencia contraria, la de una Iglesia que se acomoda a este mundo, llega a ser autosuficiente y se adapta a sus criterios. Entonces da una mayor importancia a la organización y a la institucionalización que a su vocación de apertura”.

Esta tentación ya la había señalado Juan Pablo II a los obispos alemanes. Por eso Benedicto XVI añade:
“Para corresponder a su verdadera tarea, la Iglesia debe una y otra vez hacer el esfuerzo de separarse de lo mundano del mundo.”

Tendiendo puentes
En Errfurt, tierra de Lutero, renovó su esperanza de seguir el camino difícil de la unidad, pero insistió en compartir lo más posible lo que nos une: la Sagrada Escritura, la oración, el amor a Jesucristo, la caridad, la ayuda a los más abandonados…
Con los ortodoxos, les alentó a buscar la plena unidad y defender juntos los valores esenciales del matrimonio, la familia, la vida… Y  les alentó a realizar pronto el Concilio Panortodoxo. Fue una idea que ellos emprendieron hace unos años para encontrar la unidad entre ellos, pero que se encuentra estancado por las desconfianzas mutuas entre Patriarcados y las iglesias autocéfalas.
Se reunió con los judíos, con los musulmanes, con alguna de las víctimas de los abusos… Sí, tendiendo puentes, priorizando lo que une más que lo que separa.

Humildad y santidad
Hay un párrafo al final de su discurso en Friburgo que me ha llamado la atención. Me da la impresión que ahí está la clave de la actuación de Benedicto XVI  cuando con toda sencillez une firmeza y  verdad,  fe y razón:
“La humildad que es una virtud que hoy no goza de gran estima, pero los discípulos del Señor saben que esa virtud es por decirlo así el aceite que hace fecundos los procesos de diálogo, fácil la celebración y cordial la unidad. Las personas humildes tienen los pies en la tierra. Pero sobre todo escuchan a Cristo, la palabra de Dios que renueva sin cesar a la Iglesia y a cada uno de sus miembros.”

Imposible glosar la hermosa vigilia que reunió a 35000 jóvenes en Friburgo en el atardecer del día 24. Una gran fiesta de la Luz. Su consigna a los jóvenes, ya insistida en las JMJ de Madrid,  sirve para todos:
“Tened la osadía de ser santos ardientes, en cuyos ojos y corazones reluzca el amor de Cristo llevando la luz al mundo”.

José María Salaverri sm, 26 septiembre 2011

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