martes, 7 de mayo de 2013

En la fiesta de la Ascensión del Señor.


“VOLVIERON  A JERUSALEN CON GRAN ALEGRÍA”.
P. Elí Osorio o.c.d.


    Se acerca la fiesta de la Ascensión, que no siendo una fiesta muy importante dentro de la Liturgia, sí marca un momento muy especial, como última actuación y manifestación de Jesús a los Apóstoles y demás discípulos, y a la vez como “paso y preparación próxima” para la gran fiesta del Amor que es Pentecostés.
    Lucas es el único evangelista que nos presenta la ascensión como relato, en dos de sus libros y en dos momentos separados, al final de su evangelio y en el primer capítulo de los Hechos de los Apóstoles, con una diferencia no pequeña entre ambas narraciones: en el evangelio describe la resurrección y la ascensión prácticamente en el mismo día, agolpando un poco las apariciones (Lc. 24, 13-53); en cambio en el segundo libro la narra después de un tiempo significativo “dejándose ver de ellos durante cuarenta días, les habló del reino de Dios”, (Hech. 1, 3).
    En el evangelio, ampliamos la mirada a todo el capítulo 24, para ver el contexto, y encontramos tres grandes momentos: El Anuncio, Las Apariciones y la Ascensión. Y dentro de cada uno de estos campos analizaremos tres aspectos que se van repitiendo y ampliando con una sabiduría impresionante: el Anuncio, la Experiencia y el Testimonio. Veamos:

    a) - El Anuncio. Lucas inicia la narración precisamente con la manifestación a tres mujeres, María Magdalena, Juana y María la de Santiago, a quienes se les aparecieron dos hombres con vestidos refulgentes, quienes les dicen: “acuérdense lo que les dijo estando todavía en Galilea: ‘Este Hombre tiene que ser entregado en manos de gente pecadora y ser crucificado, pero al tercer día resucitará” (v. 6 y 7); en el pasaje de los dos de Emaús, el forastero les dijo: “Qué torpes y lentos para creer lo que anunciaron los profetas!. No tenía que padecer todo eso para entrar en su gloria?” (v. 25); y finalmente en el último momento, narra Lucas, “Jesús les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras. Y añadió: Así estaba escrito: El Mesías padecerá, resucitará al tercer día…” (v. 46 y 47). Todo esto para qué? Es el anuncio de su pasión, muerte y resurrección primordial y fundamental en el proceso de crecimiento de la fe en los apóstoles, y es la venida del Espíritu Santo, y el tiempo inmediato de los primeros años de expansión de la Iglesia lo que ayudará a madurar y profundizar la fe en la Comunidad Eclesial.

    b) - La Experiencia. Se va constatando en este pasaje de la Ascensión que la experiencia de Cristo resucitado iba tomando fuerza a medida que avanzaban los días y los meses. Las tres escenas ya descritas arriba lo van confirmando: Las mujeres se desconcertaron al ver corrida la losa, no sabían qué pensar, pero “sí entraron y no encontraron el cuerpo del Señor Jesús” (vers. 2 y 3), es decir, verificaron que ya no estaba ahí, y escuchan con emoción y desconcierto: “Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?. No está aquí, HA RESUCITADO!”; por su parte los dos de Emaús viven la experiencia con igual o mayor fuerza y alegría, porque cuando parte el pan el forastero, “se les abrieron los ojos y lo reconocieron” (v32); sí, lo reconocieron, creyeron, exclamaron: “No ardían nuestros corazones mientras nos hablaba por el camino explicándonos las Escrituras?” (v 32). En la última parte, la experiencia es más profunda, y la viven todos según se les va concediendo: Ante el saludo de Jesús “Paz a ustedes” (v, 36), se asustan y desconciertan, más adelante, al seguir escuchando a Jesús, “no acababan de creer de pura alegría, y no salían de su asombro”… (v. 40), y finalmente “les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras” (v. 45). Es maravilloso destacar el progreso y evolución que van sufriendo los apóstoles, y más maravilloso percibir la acción del Señor en cada uno de ellos, sin la cual ellos se hubiesen quedado en los primeros pasos en el camino de la fe; pero es verdad; el Señor actúa y de qué modo, en ellos…, y en nosotros!.
  
   c) -  El Testimonio. Y cómo guardarse semejante experiencia? Imposible. Tanto las mujeres de la primera sección, como los dos de Emaús, y por lógica, los demás apóstoles fueron portadores de la Buena Noticia de la RESURRECCIÓN DE JESÚS, cada uno de ellos según el grado de experiencia de fe que vivía; las mujeres no se quedaron calladas ni quietas, “y recordando entonces sus palabras, se regresaron desde el sepulcro y anunciaron todo esto a los once y a los demás” (vv. 8  y 9); que corra la noticia, que se difunda, que ninguno quede ignorante de la misma. De igual manera los dos de Emaús tampoco se quedaron mudos ni estáticos, y “levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén…”, y allí a los once “les contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan” (vv 33 a 35). Que corra la noticia, que se difunda… En el tercer segmento de este capítulo, sólo una frase dicha por el mismo Señor atestigua esta verdad: “Ustedes son testigos de todo esto” (v. 48), como queriendo añadir: me iré y Uds. contarán, dirán y gritarán que Yo estoy VIVO, que corra la noticia…, añadiendo una tierna amonestación llena de sabiduría, animándoles a esperar, a madurar más la fe: “ahora quédense en la ciudad hasta que sean revestidos de la Fuerza de lo alto” (v. 49), refiriéndose al Espíritu de Verdad y de Amor que les dirá las palabras, y les revelará los momentos y los sitios más oportunos.
    Y finaliza magistralmente todo este episodio “levantando las manos, bendiciéndoles, separándose de ellos, y dejándose llevar al cielo” (vv. 51-52). No regresaron los apóstoles tristes, porque Él seguía presente entre ellos, sentían su Presencia de RESUCITADO, estaba VIVO!. Ya les había preparado, ellos seguían aprendiendo en la escuela del Maestro, podían regresar, y esperar al Espíritu Santo. Esto nos invita a seguir acompañando a los apóstoles, a la Iglesia, a la Comunidad, y a seguir esperando también con los primeros, porque “se volvieron a Jerusalén llenos de alegría” (v. 52).     

         

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