domingo, 4 de marzo de 2012

Cuaresma


1.- CUARESMA: TIEMPO DE SALVACIÓN (Leer 2 Cor 5,20-6,2)

La CUARESMA es como un extenso sacramento en que la Iglesia hace pasar ante sí misma todo el misterio de la vida humana. Mediante esta estructura pedagógica el cristiano va contemplando los grandes acontecimientos de la vida y contrastándolos con el mensaje de la Palabra de Dios.

“Es un tiempo oportuno, favorable” en el que la Iglesia hace un alto en el camino para revisar, reflexionar, corregir, enderezar. Este tiempo es ocasión para la revisión de una Iglesia que se debe reconocer también pecadora. Es un momento oportuno para que la comunidad caiga en la cuenta de que no debe cejar nunca en el esfuerzo de la penitencia; esa penitencia común que debe realizar cada ser humano, pues el pecado no desaparece del todo en nuestra vida. Es tiempo  propicio para tomar conciencia de nuestros pecados y reemprender una actitud penitencial que nunca debe interrumpirse en nuestra vida.

La CUARESMA también y sobre todo proclama la MISERICORDIA DE DIOS que nunca se agota en el ofrecimiento del perdón de los pecados y es una llamada a la conversión manifestada con frutos dignos de penitencia. Las prácticas de la oración, el ayuno, la limosna...son frutos de la conversión. Pero, al mismo tiempo, nos hacen caer en la cuenta de que no son obras exteriores lo que agrada a Dios, sino la conversión interior, el cambio del corazón, la regeneración de la persona desde su misma raíz. Conversión, que más que ayunos y abstinencias, se ha de manifestar en al adecuación de las actitudes y comportamientos con el espíritu evangélico (Cf. Joel 2,12-18; 2 Cor 5,20-6,2; Mt 6,1-6.16-19).

Además, la CUARESMA es el gran SÍMBOLO DE LA LIBERACION SOCIAL. La salvación que Dios ofrece en el camino de la vida es una liberación. Eso fue la pascua de Israel; hacia la liberación caminó Jesús pasando de este mundo de pecado al Padre; a un mundo ofrecido gratuitamente por Dios. La Cuaresma no la vivimos auténticamente si no hacemos además revisión de la situación concreta en la que vive nuestro pueblo y sin tomar una postura clara y decidida ante las estructuras de injusticia, opresión y pecado que rodean al hombre y le van conformando poco a poco en un ser envejecido y caduco (Cf. Is 58,1-12).

2.- LA CONVERSIÓN COMO RESPUESTA A LA PROPUESTA DE DIOS.

  • Convertirse: salir de toda clase de esclavitudes y de nuestras comodidades. Es una respuesta del hombre al Dios que salva y libera: Ex 3, 1-8ª.13-15.
  • La vida del pueblo de Israel, con Moisés en el desierto, es historia de salvación y nos enseña que no debemos resistirnos a la llamada de Dios a la conversión: 1 Cor 10,6.10-12
  • Jesús nos advierte que todos tenemos necesidad de la conversión. Es la única actitud para recibir el Reino de Dios y la Salvación: Lc 13,1-9. 
El PECADO corroe como un cáncer mortal nuestro corazón. De pecado están contaminadas todas las estructuras sociales de nuestra sociedad, y hasta la misma Iglesia. Los síntomas de esta situación son infinitos: egoísmo que desencadena todo tipo de injusticia, de violencias cada día más brutales; la disolución familiar; la inmoralidad administrativa; la violación de los derechos humanos que crece como un cáncer maligno. No podemos negar, ocultar el pecado. Todos estamos infectados de pecado. Este no es el mundo  que Dios quiere. Es el mundo que estamos fabricando con nuestro egoísmo humano.

En esta situación escuchamos la voz de Dios y experimentamos su amor que quiere liberarnos y salvarnos con la condición de que salgamos de nuestro egoísmo y abandonemos nuestras seguridades. Dios no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y viva (Cf. Ez18,32; Lc 15, 11-32).
Todos tenemos necesidad de conversión. Sería un error gritar “convertíos” y no pensar en nuestra propia conversión. “ Y si no os convertis, todos pereceréis de la misma manera”.
Esta conversión debe ser personal y social. En cuanto personal va hasta las profundidades del corazón, hasta cambiar nuestras estructuras interiores de egoísmo, de soberbia, de injusticia. En cuanto social: es comunitaria y universal. Toda la comunidad ha de ponerse en actitud de conversión.
La CONVERSIÓN es respuesta del hombre a la propuesta de Dios. Debemos dar frutos de conversión. Sin embargo, no podemos convertirnos sin la ayuda de Dios. La verdadera conversión es don de Dios. 

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